HISTORIA DE LAS HERMANAS FRANCISCANAS MISIONERAS DE LA INMACULADA A NIVEL NACIONAL
“El 5 de junio de 1895 se declara en Guayaquil la revolución liberal, que extendió la guerra civil a toda la nación, porque la conciencia cristiana de los ecuatorianos se resistía a ceder el campo a las nuevas corrientes antirreligiosas”. Cuatro meses de lucha hubo de sostener la república antes de que el caudillo liberal empezará a ejercer el poder como Jefe Supremo, quien, como para acabar de doblegar a las fuerzas de resistencia desató la persecución religiosa en la nación ecuatoriana, contra las instituciones de la Iglesia católica, “persecución que llegó hasta la profanación del santuario y de lo más sagrado, el augusto Sacramento de la Eucaristía, consumado el 4 de mayo de 1897, en la ciudad de Riobamba.
En la capital de la República, la Tercera Orden de San Francisco hondamente conmovida ante tan horrendos sacrilegios promueve entre sus miembros, especiales actos de reparación al Señor. A fines de mayo de 1897 en el mismo mes del sacrilegio, bajo la dirección del Padre José María Argelich, franciscano, surgió la idea de fundar una Congregación Religiosa. Rosa Elena Cornejo es convocada para formar parte de la fundación, fue así que el 4 de junio de 1897, justo al mes del sacrilegio en Riobamba, en ese entonces; en el viejo y deteriorado convento de la recoleta de San Diego se reunieron tres mujeres valerosas y pusieron la primera piedra del edificio de la fundación. El dolor, el deber, la lucha contra toda adversidad y las tormentas la fueron fraguando en los designios que Dios le tenía señalados. “Podríamos decir que estaba preparada para empezar la tarea que el Señor le quería encargar: fundar una congregación religiosa que viviera el espíritu total del evangelio, siguiendo las huellas de san Francisco de Asís”. Por eso somos “la Congregación reparadora por vocación”, “esta Fundación tiene bien definidos sus objetivos y metas: ser reparadoras, ser misioneras, ser educadoras.” y la misma Madre Francisca de las Llagas escribió el 6 de septiembre de 1920: “ …. tomo a María Inmaculada por Medianera, Protectora, Madre y Maestra todo el tiempo de mi vida.”
Fue éste el origen del Instituto de Hermanas Franciscanas Misioneras de la Inmaculada que con espíritu franciscano de reparación a Cristo profanado en la eucaristía y en el hermano, se dedica actualmente con ejemplar abnegación a adorar, reparar y servir mediante la atención de los Ejercicios Espirituales, a las misiones, a la educación de la niñez y a la promoción de los marginados, a la misión itinerante e inter-congregacional, es decir, a edificar el Cuerpo Místico de Cristo quebrantado por el pecado y la impiedad. Por lo tanto, el Instituto de Hermanas Franciscanas Misioneras de la Inmaculada, es en la Iglesia un Instituto Religioso de Derecho Pontificio, fundado por la Madre María Francisca de las Llagas Cornejo Pazmiño (Rosa Elena) en 1901, en Ecuador.
En el misterio y vocación de nuestra Madre fundadora, María Francisca de las Llagas Cornejo Pazmiño, “afincada en la más acendrada fe, en la más firme esperanza y ardiente caridad”., dispuesta a afrontar todos los sacrificios de la que derivó su máxima favorita; “el amor verdadero es todo sacrificio” y su principio de discernimiento espiritual que “las cosas de Dios para ser conocidas por suyas llevan la marca de la contradicción”. , en la recomendación como consta en Documentos Capitulares del capítulo especial de 1969: “Para que esto sea posible, organícese la administración de los centros de educación de tal manera que sea posible crear un clima de igualdad y cristiana fraternización”, despertando el sentido de “responsabilidad en los padres de familia…que pueda desarrollarse con un sentido de auténtica promoción social y cristiana”. .
El carisma del Instituto de las Hermanas Franciscanas Misioneras de la Inmaculada, en el ejemplo de vida de nuestra fundadora, Madre María Francisca de las Llagas Cornejo “es adorar, reparar y servir franciscanamente”; por lo tanto nuestra pastoral educativa, es un espacio de participación, con identidad franciscana y reparadora en el que se fortalece la formación y crecimiento espiritual, de nuestros estudiantes, docentes, padres de familia, la comunidad religiosa, en esta misión está de por medio la salvación de las almas y el bien de la patria, a la que hay que dar desde nuestras escuelas y colegios, miembros vivos y elementos preparados a las exigencias para la sociedad.
Nuestro Instituto está presente en el mundo, con veinte y siete instituciones educativas comprometidas en la promoción de la persona desde nuestra manera especial de educar, según nuestra propia pedagogía, que es la pedagogía de Jesús Mt, 5,1; Mt. 28,20, de donde brota la espiritualidad de la Paz y el bien y en “Así es como se ama” donde los nuevos tiempos nos llaman a encarnar nuestro carisma y para llevar adelante la acción evangelizadora y hacer más efectivo y creíble el carisma en cada localidad, nos corresponde fortalecer e integrar el proyecto educativo, el proyecto de pastoral y la organización y gestión educativa que garantice la pastoral educativa como Instituto, en la Iglesia católica, donde cada Institución pueda ser mejor evangelizada y más evangelizadora. “Existe el enorme compromiso con la Iglesia” y con la sociedad, el Instituto ha crecido en sus obras de apostolado “debemos ser dignos de nuestra misión y de las esperanzas que en nosotros tienen puestas la Iglesia, la familia y la Patria”.
HISTORIA DE LA UEP “LA PORCIÚNCULA”
La primera obra educativa en el sur del Ecuador, nace en Zamora, en 1936. Esta sería la antesala de la inminente venida de la Congregación a nuestra ciudad, es así que e l día 02 de diciembre de 1941 Dios nos concede el privilegio de contar con la fundación de una casa de Hermanas Franciscanas, en virtud de la iniciativa del P. Pedro Oñate, Administrador Apostólico de Zamora y, desde luego, con el beneplácito del Mons. Nicanor Aguirre, Obispo de la Diócesis de Loja.
A mediados de diciembre empieza a funcionar provisionalmente la Escuela, que el 20 de enero de 1942 se inaugura oficialmente con el nombre de “Escuela Urbana Confesional de Niñas, denominada ESCUELA FRANCISCANA”, según consta en el acta de inauguración. Sin embargo, la escuela siempre fue conocida con el nombre de “La Porciúncula”. Las religiosas fundadoras fueron: Hna. Superiora General, Sor María Francisca de las Llagas, Sor Concepción Troya, Sor Carlota de la Vega, Sor Emiliana Castro, Sor Susana Paredes y Sor Filomena Cajas.
La Divina Providencia suscitó la generosidad extrema de tres grandes damas lojanas, las señoritas Rosa y Josefina Eguiguren Escudero, que contribuyeron para la fundación y sostenimiento de la obra religiosa franciscana, hasta 1947. Después, la señora Marianita Carrión de Valdivieso, hace posible el ejercicio funcional de la escuela “La Porciúncula”, con la donación de su casa patrimonial, en cuyo predio hoy se levanta el imponente edificio donde funciona la Unidad Educativa Particular “La Porciúncula”. También mencionamos a otra benefactora especial: la Srta. Isabel Lequerica, que hizo una donación muy significativa a la Comunidad, con el obsequio de una pequeña estancia en El Valle. Además, el cariño y la confianza a esta novel institución educativa, permitió que muchas personas generosas apoyaran su proyecto educativo, incluido el Ilustre Municipio de Loja, que prestó su ayuda muy oportuna en los momentos más difíciles que le tocó vivir a la institución.
En su proceso de desarrollo académico, la escuela se transforma en colegio secundario, a partir de 1958, con la creación de las especialidades de Comercio y Administración. Tres años después, en 1961, se crean las especialidades de Químico-Biológicas y Físico-Matemáticas; es decir, el Bachillerato en Humanidades Modernas. Finalmente, en el año 2002, en consonancia con los cambios curriculares de carácter oficial, la institución se convierte en Unidad Educativa en virtud de su oferta académica.
La UEPLP, busca contribuir a la formación integral del ser humano bajo la filosofía de la educación franciscana con su carisma de adorar, reparar y servir, aplicando modelos científicamente válidos, sumados a la pedagogía del amor, para acoger a las personas con sencillez, esfuerzo y sacrificio, sintiéndonos hijos amados de Dios, para ello se han establecido los siguientes objetivos institucionales:
a)Educar al ser humano considerando los principios franciscanos, para fomentar y aplicar el carisma de: adorar, reparar y servir.
b)Promover acciones pedagógicas aplicando metodologías contemporáneas que garanticen la generación de logros académicos efectivos.
c)Brindar un servicio educativo acogedor caracterizado por un ejemplo de sencillez, esfuerzo y sacrificio, como hijos de Dios.